Nunca sabré cuándo termina lo bueno, lo malo. Nunca sabré cuándo termina lo que alguna vez empecé.
Nunca tendré en mis manos el poder del saber
ni cómo, ni cuándo, ni dónde.
Nada está escrito,
nada está determinado.
Al final, sabré que todo acabó cuando mis ojos se hayan cerrado.
Ayer tus entuertos entumecieron mi conciencia,
desgastaron hasta su última pelusa.
La noche cayó lánguida sobre mi cadaver vivo,
no habia nada dentro de él,
solo una esperanza de llenarlo con un vaso de color,
pero no fue asi.
Decidiste que lo mejor era quitarle hasta lo mas vago de su escencia,
para luego confundirlo en su vacío y hacerle latir el corazón
tan fuerte, que la angustia sobrevino a sus lágrimas insulsas.